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Buenos días mamá

jueves, 17 de diciembre de 2009 Leave a Comment


Mi madre me ha despertado hoy pidiéndome las llaves de casa. Cuando le he preguntado el por qué, me ha dicho que se iba con nuestra madre a hacer unos recados. La he calmado dicieéndole que ella era mi madre, que no había nadie más con nosotros y que estuviera tranquila. Luego hemos desayunado. Ha pasado una hora y parece que se ha relajado algo. Ahora se acaba de volver a acostar un rato antes de que venga la psicóloga para hacer su clase diaria de estimulación cognitiva. Como ya sabía, a medida que nos acercamos a Navidad, sus niveles de confusión y angustia aumentan. Por lo que he experimentado, Agosto y Diciembre son los dos meses que más la desestabilizan. Supongo que por toda la carga emocional que conllevan las vacaciones y la ruptura de la rutina.

Mi abuela, su madre, tiene 97 y lleva muchos años viviendo en una residencia sin saber quién es.  Le detectaron demencia senil hará ya unas dos décadas. Mi abuela vivió sola hasta que un día el portero de su edificio llamó al hermano de mi madre preocupado por ciertas conductas extrañas que había percibido en ella. Mi abuela se había pasado años sin hablarse con mi madre por temas económicos (cuánto mal llega a hacer en las personas algo tan material y poco importante como es el dinero) y mi tio era el único con el que quería tener algún tipo de relación. Mi tio la verdad es que la tenía bastante abandonada a nivel físico y emocional, por lo que cuando se encontró ante esa situación no dudó en ponerse en contacto con mi madre para pedirle ayude. Mi madre fue a su apartamento y se la encontró desvariando, creyendo ver por casa a tres niñas pequeñas y en unas condiciones lamentables. No entraré en detalles escabrosos. Los que sabéis de lo que hablo lo entenderéis perfectamente.

Mi abuela no fue una buena persona con mi madre. De pequeña había sido maltratada emocionalmente por un padre que abusaba de ella, su madre y sus hermanas psicológicamente y eso a mi abuela le marcó mucho. Y ya se sabe que hijos de maltratadores tienden a acabar repitiendo los mismo patrones.

Volviendo a retomar el hilo de la historia principal, desde que la policía trajo a mi madre a casa el otro día, le cierro las puertas con llave por la noche. Durante el día le dejo que lleve sus llaves en el bolso. Le hago creer que cuenta con una libertad y una autonomía que en realidad no tiene. Pero de noche no me quiero arriesgar a que pueda "escaparse" cuando yo esté durmiendo. Y por eso que cuando la tengo metida en la cama, le quite sin que se entere las llaves del bolso, cierre todas las puertas y guarde sus llaves en mi habitación junto a las mías. Estoy seguro de que la mayoría de vosotros se han encontrado en esa misma situación.

Me viene a la cabeza una mañana, hace dos o tres años, en la que estaba paseando por una calle principal de Barcelona cuando vi que de una portería salía un hombre mayor vistiendo un pijama, una bata y un par de esas típicas zapatillas de cuadros de andar por casa. Mi error fue el mismo que el de toda la gente que nos percatamos de ese individuo: no pararme a preguntarle si necesitaba ayuda y seguir mi camino. Aquel señor probablemente tenía demencia y se había escapado de casa. Espero que lo encontraran y que alguien hubiera sabido reaccionar y socorrerle.

Las mañanas no suelen duras ni complicadas por lo general. Yo diría que es el momento del día en el que están mejor, más frescos y receptivos. Pero aún así uno nunca puede bajar la guardia, por qué de repente un día en el que te relajas y no prestas atención te la pueden hacer y muy gorda. En el Agosto de 2008, por ejemplo, mi madre dejó una sartén con aceite en el fogón y se olvidó. La cocina se incendió. Y yo logré contener un fuego que, según los péritos del seguro, hubiera podido tener repercusiones catastróficas. Eso fue el detonante que nos hizo llevarla a diferentes especialistas para que determinaran que es lo que le estaba sucediendo. No me gustaría volver a vivir una escena así, por su seguridad y por la mía.

Hoy empezamos la mañana con movimiento. El resto del día aún está por desarrollar. No me quiero ni imaginar la tarde que podemos pasar. Las tardes son terribles desde hace ya un par de semanas. Y cada vez más entra en obsesiones de las que nos es muy complicado sacarle.