Llevaba más de una hora redactando una entrada llamada 'Así empezamos' y, de repente, he tocado no sé que creyendo estar guardando el texto, y se me ha borrado por completo. ¡Suerte que se supone que entiendo de estas cosas! Si no, me temo que hubiera borrado el blog entero, o algo peor. No viéndome capaz de volver a redactar todo lo perdido -por el momento-, aquejado aún del minúsculo sentimiento de fustración y orgullo que ha pasado fugazmente por mi interior, he querido centrar mi entrada en esta ridícula anécdota. Sé que aparentemente no parece tener relación alguna con el título principal, y menos con el cuidado de una persona que padece de Alzheimer. Pero una rápida consecución de ideas y paralelismos cascadeando en mi cabeza, me han hecho entender que sí la hay. Y mucha.
Pensamiento: Creación - Destrucción > Pensamiento: Todo el trabajo realizado se ha perdido > Pensamiento: La hoja vuelve a estar en blanco > Pensamiento: Me recuerda a los cuadros de arena de colores que los monjes tibetanos pintan en el suelo, con esmero, detalle y atención, para luego borrarlos con sus manos > Pensamiento: Para así volver a empezar > Pensamiento: Para aprender a ser humilde y sobre todo, paciente > Pensamiento: Destrucción - Creación
Me he reído en voz alta. Me ha parecido irónico perder el documento. Como si hubiera percibido un guiño de la vida algo desafiante. ¿Lo has escrito? Muy bien. ¿Estás satisfecho? Muy bien. Pues ahora empieza de nuevo.
Y es bastante lo mismo cuando cuidas de alguien enfermo. Construyes para deconstruir -o que te lo deconstruyan-. Todo lo que haces a veces no está recompensado, ni es agradecido, o está bien visto. Y te cuesta mucho esfuerzo el llegar a donde quieres llegar, para que luego te hagan retroceder al punto de partida. Pero cansado, y agradecido, vuelves a empezar. Por que en algún tramo de ese proceso, cuando llegas a un límite en el que crees que no vas a poder continuar, recibes una actualización de algún tipo en tu disco duro, y aprendes de verdad, lo que es ser paciente -que no perfecto-. Y entonces todo fluye. O al menos, fluye con menos dificultad.
Dejando el rollo místico-metafórico de lado, decir que opino que vivimos -en general- en sociedades rápidas e impacientes. Y que para un cuidador, si sabe llevarla, la experiencia vivida puede hacerle aprender cosas tan importantes como es el lograr adquirir un nivel de paciencia, al menos por mi parte, no vista en uno jamás. Eso aparte del impresionante túnel de aprendizaje y evolución espiritual en el que eres succionado. Sí sabes ver las cosas desde ese prisma. Digo, sólo si sabes verlas así.
Sé que te costará ser paciente. Que gran parte de eso viene de la rabia interna de saber que por mucho que hagas y lo bien atendida que esté esa persona, no puedes hacer nada para que sea quien antes era. Pero lo conseguirás. Antes o después llegarás a ese punto. Cueste lo que te cueste volver a edificar.
No me canso de reiterar lo importante que es la paciencia. El amor y la paciencia dependen de tí. Lo demás, no depende de nadie.
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