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El fin de semana

lunes, 16 de noviembre de 2009 0 comentarios


Este fin de semana ha transcurrido tranquilo. Con alguna alteración leve inducida por el cambio en la rutina. Pero suave comparado con otros, por no decir la mayoría.

Los que cuidamos de gente afectada de algún tipo de demencia, aprendemos muy rápido la importancia que supone, para uno y para el enfermo, el establecer unos horarios y actividades regulares que den una cierta cotidianidad a sus vidas. Y entendemos, que es muy positivo para éste último, poder contar con  unos hábitos  frecuentes, que le hagan mantenerse activo y ocupado; dentro de lo que su nivel o estado permita, por supuesto.

Conservar unas costumbres diarias básicas, les ayuda a sentirse necesitados, integrados, vivos, y por encima de todo, personas. Para aquellos primerizos, os dedicaré una entrada especial sobre la rutina a continuación de ésta.

Por muy bien pleanada y estructurada que tenga la semana, cuando llega el viernes por la tarde, no puede evitar el comenzar a darle vueltas al qué hacer el sábado y el domingo, y como irán las cosas.

El fin de semana supone una ruptura con los quehaceres de los cinco días previos, limitaciones en las actividades, y un punto y aparte con lo que se suele hacer de lunes a viernes por mucho que intentes que no haya una gran variación.

Para mí, los sábados y domingos son duros. Para la mayoría de los cuidadores que visitan este blog supongo que también. Si además me encuentro con un puente o unas vacaciones largas como el verano, la cosa es mucho peor. Mi madre cuando mejor está es durante la semana, en días corrientes. No me cabe la menor duda. De lunes a viernes le tengo montado un sistema en el que se siente cómoda, y al que ya está completamente acostumbrada. Al sábado y el domingo, aunque les he acabado de pillar el truco, todavía no los domino a la perfección como los otros.

Siendo cierto que se pueden mantener algunas de las actividades que realizas con el enfermo durante la semana también en esos dos días, a su vez lo es, como es lógico, que hay otras que resultan imposibles de llevar a cabo. En mi barrio por ejemplo, todo cierra desde el sábado al mediodía hasta el lunes por la mañana. Por lo cual, me las tengo que ingeniar, y mucho, para crear vías de distracción y actividades pseudo usuales entre esos días. Días que son más difíciles que el resto. Y lo son, tal vez, por qué mi madre es cuando más echa de menos a mi padre. Tal vez, por qué la zona se queda en total silencio y le puede hacer sentir a uno que está perdido en el tiempo. Tal vez, por qué el día se acorta, las tardes refrescan, y prefiere pasar más tiempo dentro de casa. Tal vez, por qué no vamos de médicos, o de recados, o tiene clase. Tal vez, por qué no hay mucho que ella quiera hacer. O incluso, tal vez, por esa sensación de melancolía que le producen los días de fiesta.

Quién supiera porqué le desestabilizan tanto.

Yo tengo la suerte de contar con una red de hermanos que, en mayor o menor medida, ponen de su parte para descargarme de la tensión que producen los festivos. Pienso a menudo en aquellos cuidadores que están solos. Y me parecen heroícas, realmente, su capacidad de aguante y su fuerza interior. En mi situación, como tengo apoyo familiar, se hace más llevadero. Pero aún así, se pasa uno muchas horas a solas con la persona, viviendo decenas de momentos de angustia, estrés, y confusión.

Para el fin de semana intento establecer rutinas lo más regulares posibles y hacerlas características de esos días. Desayuno y peluquería en el centro, y comida en casa de una hermana hasta pasada la media tarde, es el plan que le tenemos montado para el sábado. La visita de una o dos hermanas para comer con nosotros, charlar y pasar la tarde, es la solución del domingo. Si uno de los planes falla, se buscan alternativas similares que le resulten agradables y familiares. Y siempre como mínimo tengo a un hermano en la ciudad por si necesito algo.

Los apoyos son muy importantes. A mí me han servido mucho. Y más, yo diría, en días de fiesta o época de vaciones, que es cuando más se agradece una ayuda.

Aunque complicado, el fin de semana se hace menos pesado, si cuentas con gente cercana dispuesta a no dejarte solo con el enfermo.

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Un consejo...


Evita llevarles la contraria pero no alimentes sus fantasías.

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