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Santa Paciencia

martes, 12 de enero de 2010 Leave a Comment


La que debo tener a veces. Y de la que todavía me queda mucho por aprender. Porque cuesta en ocasiones no ponerse nervioso o estresarse cuando se obsesiona con algo y entra en esos ciclos en los que se pasa horas o días con lo mismo: haciendo y deshaciendo maletas, cambiando las cosas de un armario -o de un bolso- a otro, escondiendo el dinero, no queriéndose poner otra ropa o lavarse, insistiendo en  que no está en su casa y que se quiere ir, o llamándose a sí misma buscando a su marido fallecido. Me desgasta; no ella, si no la enfermedad. Aún así, tengo cuerda para rato. No soy de los de tirar la toalla tan a la ligera sin ofrecer una buena lucha.

Y me lo trato de tomar todo con mucha calma. Con la mente puesta en que lo peor todavía está por venir. Por lo cual, debo aprovechar este tiempo que tengo con mi madre, en el que aún puede mantener en muchos momentos una conversación y darme las gracias por todo lo que estoy haciendo por ella y decirme que me quiere. La enfermedad también tiene momentos muy reconfortantes, tanto para el enfermo como para el cuidador.

Paciencia la que tienen que tener ellos con nosotros. Por qué nadie nos ha enseñado a ser cuidadores ni a conducir por este camino. Como ellos, somos nuevos en esto.