, , , , , , , , ,

Rebelde sin causa

miércoles, 18 de noviembre de 2009 Leave a Comment


Hoy me levanto a las 9:00 horas para despertar a mi madre y llevarla a una cita con el traumatólogo a las 10 -que tenía que visitarla por unas molestias que tiene en las rodillas-. Voy a su habitación. Y me encuetro con que se ha ido. Pocas veces coge y sale sola sin decirme nada. Sobretodo porqué entiende que a mí eso no me gusta, y que luego me preocupo. Desde Agosto que no lo hacía. La mayoría del tiempo ni se plantea el salir a la calle sin mí. Pero hoy lo ha hecho.

Cuando desaparecen es muy preocupante y se pasa muy mal. El no conocer su paradero, el pensar que algo les pueda ocurrir, o que se estén sintiendo deshubicados y confusos, te angustia. Pero por muy estresante que sea para uno el verse metido en esa situación -en la que la persona se te escapa-, ante todo hay que mantener la calma y pensar racionalmente. Lo primero es informar a algún allegado de lo que ha sucedido para que esté alerta. Luego llamar a los sitios que la persona está acostumbrada a regentar de manera habitual. Hacer la ronda de lugares del barrio en los que podría estar. Y por último, está la opción de acudir a la policía si lo demás no ha dado resultado. A la que nunca he tenido que recurrir por fortuna.

Tras hacer varias llamadas, la he localizado en el centro de recuperación física al que vamos un par de mañanas por semana. Le he explicado lo ocurrido a la recepcionista. Le he pedido que se asegurara de que mi madre no se moviera de allí. Y la he ido a buscar.

Aún no he considerado retirarle las llaves de casa y cerrar las puertas para que no le dé por marcharse sin que yo lo sepa. Sé que eventualmente tendré que hacerlo, pero me da pena y sabe mal. Ella todavía tiene mucha consciencia de las cosas. Y verse desprovista de llaves y, en cierto modo, todavía más limitada de libertad, le hace sentirse como que no confiamos en ella y la tratamos como a una enferma. Y llevarla a ese terreno me hace pensar que puedo estar empujándola más hacia su demencia y desconectándola más de la realidad.

En esta etapa en la que van y vienen, te sientes como si caminaras sobre una cuchilla de dos filos. Por un lado está lo que ella quiere y desea, lo cual en pleno no se le puede dar, por lo que se siente controlada y mal. Y por otro lado, están tus miedos y preocupaciones sobre su seguridad, protección y cuidado, que levitan sobre sus deseos y quieros.

Cuidar de alguien (y más si es un ser querido) es una gran responsabilidad, de cara a tí, al entorno, y los demás, Y son circunstancias así, dónde realmente se siente esa obligación de que no le pase nada.

Y es difícil. Por que son como niños. No tienen ninguna percepción del peligro o las consecuencias de un acto o acción. Quieren que les dejes a su aire, corretear solos, ocuparse de sí mismos, hacer lo que les apetezca cuando quieren. Y como hacemos con los niños por su bien y beneficio, a veces hay que decirles que no y tomar las decisiones por ellos basado en lo que más les conviene, por mucho que les duela o no lo entiendan.

Hace unos días que mi madre está un poco rebelde. Ha mejorado a nivel cognitivo gracias a los parches y al trabajo de estimulación que realiza con la psicóloga. Se siente un poquito más segura y quiere recuperar autonomía y libertad. Cree estar bien. Desea ser autosuficiente. Y hasta ahí lo entiendo. Es muy lógico. Pero por mi parte no puedo bajar la guardia. Y a pesar de que no es agradable para ella, debe tenerme a su lado en todo momento. 

Cuando la he recogido me ha dicho que ya sabía antes de irse de casa que yo me iba a enfadar por ello. Y yo le he dicho que no estaba enfadado, si no preocupado. Y que no le estaba riñendo, si no racionalizándole los motivos por los que no debería salir sin decírmelo.

Sabe percibir si lo que va hacer está bien o mal. Pero no puede evitar hacerlo.

Y por mucho que le racionalizo las cosas, no es capaz de empatizar con lo que le digo o de entender la lógica en el mensaje que le estoy dando. Y eso me frustra. Pues por mucho que lucho para mantenerla atada a ser racional y a esta realidad, soy testigo, en primera persona, de como su ordenador va fallando poco a poco.

Y lo peor, es que esto es sólo el principio.