, , , , ,

Otra lección de paciencia

martes, 10 de noviembre de 2009 Leave a Comment


Son las ocho de la mañana. Suena el teléfono. Me levanto completamente dormido. Salgo de mi habitación corriendo. Tengo que llegar hasta el aparato antes de que la llamada despierte a mi madre. Me golpeo en el pié con una vieja bicicleta estática (que había dejado hace unos días fuera de mi dormitorio para acordarme de bajarla a la calle el miércoles por la noche -que es el día de recogida de trastos viejos-). Y ¡zas! Me rompo el dedo pequeño de mi pié izquierdo.

Es la primera vez en mi vida que me fracturo un hueso.

Tras las decenas de maldiciones y pestes que escupo por la boca sentado en el suelo de dolor, dejo de quejarme, me detengo a pensar, y sonrío. Tiendo a leer siempre entre líneas, Y la vida, incluso en los instantes más dramáticos, está cargada de tintes irónicos que no consiguen si no hacerte sonreír, si sabes cómo descodificar sus mensajes. Si sabes ver las cosas desde ese prisma. Digo, sólo si sabes verlas así.

Y me encuentro dándole vueltas, al que en este universo de la ley de la atracción, y desde hace poco, soy un imán para las lecciones de paciencia.

La recuperación conlleva paciencia. El aprender a manejarse en el día a día con una muleta y un pié inutilizado exige paciencia. Y el cuidar de una persona con Alzheimer, con un pié inservible apenas, y una muleta a cuestas que entorpece más que ayuda, si no es una gran lección de paciencia, que venga alguien y me explique que es lo que es exactamente; a parte de una tremenda jugarreta, claro.

Me he propuesto recordar lo que es ser paciente cada vez que me duela el dedo, y acordarme, de que el dolor emocional de un enfermo con demencia que se ve perdiendo el quién es poco a poco, será siempre mayor y más punzante, que el que yo pueda sentir a través de mi lesión. Mi hueso se soldará y el dolor desaparecerá más pronto o más tarde. El sufrimiento del ser querido enfermo probablemente se evaporará -a simple vista-, pero su lesión no sanará nunca.

Paciencia, amor, respeto, humildad y comprensión, son algunas de las lecciones que debemos aprender en esta vida. Creo, ciegamente, que estamos aquí para eso. Y también, para extraer de cualquier acontecimiento o situación negativa, su positivo. Por qué todo lo tiene.
 
Si te caes, te levantas, y sigues caminando. O al menos lo intentas. Si te duele, te aguantas, y sigues luchando. O al menos lo intentas. Porque no olvides, que aún en el suelo, y con un dedo roto, seguirás manteniendo intacto lo más importante de tí como ser humano. Algo, que en ellos se quebranta irreparablemente a diario en miles de fragmentos: la identidad.