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Revisión neurológica

viernes, 24 de septiembre de 2010 Leave a Comment


Mi madre tuvo ayer su revisión neurológica trimestral. Tenemos la suerte de que todo sigue igual y de que las medicaciones (Ebixa -clorhidrato de memantina- y Prometax -rivastigmina-) que toma le están funcionando muy bien. Proseguimos con ellas. Estoy muy agradecido pues sé que somos afortunados, muy afortunados.

A muchos enfermos a estas alturas ya se les retiran por su ineficacia ante el avance del deterioro y, únicamente, a una minoría les producen una mejora. Ella está en esa minoría. Hace dos años, cuando se le diagnosticó un Alzheimer Nivel 5, y debido al rápido avance de la enfermedad, los médicos le daban unos seis meses hasta que estuviera en la fase final del Nivel 7.  Lo que se traducía en que eso era lo que se estimaba que le quedara de vida. Hoy, no sólo no ha avanzado en su proceso, sino que está mejor. Lo cual no quiere decir que la enfermedad no siga su curso. No existe la cura para el Alzheimer. Todavía. Significa que he disfrutado de ella más tiempo del que se podía predecir. Y sigo disfrutando de ella. Hace unos meses mi madre no me reconocía, hacía siete maletas al día, le costaba moverse e incluso una mañana la policía la trajo a casa completamente desorientada después de haber estado dando vueltas en un taxi por la ciudad buscando su casa tras haberse marchado sin decirme nada mientras yo dormía. Hoy, parece otra persona. Se acuerda de cosas que antes no se acordaba y es más funcional de lo que había sido en mucho, mucho tiempo. Está recuperando su sitio en el mundo. 

Desde mi punto de vista, el mundo médico tiene mucho que aprender del hecho de que no sólo somos un cuerpo y una mente. No sólo somos química. No creo que la medicación es la única vía para conseguir ayudar a los enfermos a mejorar. Mi opinión es que son un conjunto de elementos los que deben entrar en juego para frenar el avance de este mal. El poder del cariño, la energía positiva, el empuje, el no tratarlos como a enfermos, el arrastrarles cuando decaen y no permitir que bajen la guardia, el ponerle obstáculos a la enfermedad, el repetirles que están mejor, el hacerles creer en ellos mismos y muchas más cosas, son una gran clave en todo este asunto.

Sé que cada paciente es un universo, que algunos discreparéis con lo que digo, que otros tirarán la toalla antes de haber perdido la batalla, que un gran número de familiares y seres queridos se centrarán en lo científico pero no en lo espiritual, que se les dejará en un sillón sentados todo el santo día, que se les meterá en una residencia o en un centro de día (a veces no por necesidad, sino por no querer dedicarles ese tiempo) y que no se luchará con uñas y dientes contra lo que están pasando. Hay también gente que harán todo lo posible y no verán resultados. También soy consciente de ello. Pero yo me prometí a mí mismo cuando fue diagnosticada, que no iba a perderla en seis meses y eso lo he conseguido. He aprendido tanto en estos últimos meses. He visto que el nadar contra corriente tiene sus recompensas, que las batallas no se deben dar por perdidas hasta que has hecho todo lo posible y más. Y ahora, no sólo no me siguen preguntando los médicos sobre lo que estoy haciendo para que haya mejorado tanto, sino que he logrado que pierda 15 kilos de sobrepeso que tenía, que el colesterol, los triglicéridos y la glucosa hayan bajado a niveles normales, que tenga más movilidad, que no se queje de dolores de cadera y rodillas, que recupere equilibrio que había perdido, que en definitiva se la vea muy cambiada.


No me gusta hablar de sus mejoras. Sé que muchos no las véis en los vuestros. No soy nadie para dar consejos, ni decir lo que deben hacer los demás, ni cómo deben otros llevar la enfermedad de sus seres queridos. Cada persona es un mundo. Tampoco sé cuánto tiempo seguirá mi madre estabilizada. Lo único que sé es que yo me he planteado el cuidado desde otro ángulo y de momento en nuestro caso funciona. No dudéis de su poder interno de lucha, ni del vuestro propio. A veces el poder del amor te lleva hasta donde la medicina no puede.