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A flor de piel

viernes, 12 de febrero de 2010 Leave a Comment


En un perpetuo estado de sentimientos y de emociones a flor de piel. Así, solemos vivir los cuidadores de un ser querido que padece de una enfermedad degenerativa incurable. Con la piel de gallina. Con los pelos de punta. Con amor y con miedo. Con dudas. Con paciencia. Con y sin resignación. Con una fuerza que a veces no sabemos de dónde proviene, pero que nos empuja adelante. Con el corazón en un puño. Con cariño. Con pena. Con emoción. Entre el ser y el no ser. Entre el quién soy y el quién era. Y con una extrema sensibilización hacia el proceso por el que estas personas, a las que tanto queremos, han de pasar.

Ayer mis pelos y mi piel se pusieron como los de esta imagen. Ayer me esperaraba malas notícias. Y fue todo lo contrario. La visita con el neurólogo fue bien, muy bien. No ha empeorado. Al revés, en cosas ha mejorado y, según él, hemos logrado retrasar un proceso que, en su caso y como bien he contado ya en entradas anteriores, iba demasiado rápido. Me dijo que siguiéramos haciendo lo que estábamos haciendo porqué estaba dando resultado. Y añadió que un porcentaje muy pequeño responde favorablemente en este punto en el que ella está. Y ella está ahí.

No quiero hacerme ilusiones. No quiero que esto represente pan para hoy y hambre para mañana. No quiero crearme grandes expectativas. Ni me quiero sumir en una negación que no me pertenece. El hoy es lo único que importa. Mañana, como decía mi padre, Dios dirá.

Ayer dormí tranquilo. Y me alegré, dentro de su situación y su estado, de que no todo siempre sean malas notícias o empinadas cuestas arriba en las que te dejas la piel, las manos y tu ser.

La próxima entrada la dedicaré a explicar sus rutinas, lo que hacemos y como intento mantenerla entre nosotros el máximo tiempo posible. Por si eso le ayuda a alguien.

Ayer yo estaba feliz. Hoy vuelvo a estar receloso y reticente. Pero con un peso menor en mis adentros. Paso a paso. Día a día. Eso es en lo que nos tenemos que centrar religiosamente.

El mañana es imprevisible. El hoy está en nuestras manos.