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Las Rutinas

martes, 17 de noviembre de 2009 Leave a Comment


No quiero ahondar mucho más en este tema de lo necesario. Creo que ya he reiterado bastante la importancia de que el enfermo disponga de una rutina y unos horarios adaptados a su estado, como base desde los que construir una cierta estabilidad emocional y un reconfortante sentimiento de seguridad. Decir más sería hablar de lo mismo y caer en la redundancia. Que ya lo hago.

Bastantes entradas más atrás, adjuntaba un interesante artículo de la Alzheimer's Association sobre las actividades, que resumía muy bien todo aquello de la vida diaria de una persona enferma que se tiene que tomar en cuenta por su cuidador y su entorno. Recomiendo que si no lo habéis hecho, lo leais.

Con los primerizos quiero compartir la estructura que yo me he creado, y que puede igual serviros de ayuda si vais un poco perdidos en como organizarle el día a vuestro ser querido.

Mañana

Me levanto de 8.30 a 9:00 y despierto a mi madre. Tengo la suerte de que duerme bien todavía, y no tengo que lidiar con ritmos del sueño alterados. De golpe puede llegar a dormir una media de diez a doce horas. Lo que al menos me otorga la posibilidad de ir medianamente descansado, físicamente hablando.

Se toma las pastillas de la mañana que le tengo preparadas en la cocina, y se hace un zumo de naranja.

En el espejo del baño le tengo pegada una lista de las cosas que tiene que hacer a nivel de aseo cada mañana para que no se olvide. Son las siguientes instrucciones/recordatorios simples y directas:

- Ducha
- Cepillar dientes
- Enjuagarse la boca
- Colonia
- Desodorante
- Gotas para los ojos

Por el momento todavía es capaz de ducharse y de vestirse sola. Y dejo que lo haga sin supervisarla. Aunque el tema higiene se me hace difícil de llevar, porqué no todos los días se quiere asear. A veces para compensar no le digo nada, y otras la convenzo de hacerlo. Depende del día y de lo receptiva que la note para seguir mis sugerencias.

Mientras ella se arregla, yo hago lo mismo.

Después, salimos a tomar un café a una cafetería dónde la conocen desde hace años y se siente cómoda. Y de ahí, iniciamos nuestro recorrido de visitas médicas, recados, compras y gestiones que tengan que hacerse. De esa manera la mantengo integrada en su vida diaria y activa físicamente.

Durante las mañana es cuando están, coginiticamente hablando, más despiertos y activos. Y hay que aprovecharlas al máximo.

Los lunes y los viernes:

Viene una mujer que lleva ya muchos años trabajando para mis padres, a ayudarme con la limpieza a fondo de la casa.

Esos son los días también en los que solemos hacer la compra y en la que le cambio las ropas de la cama a mi madre. Sus problemas de incontinencia no son aún tan graves como para tener que hacerlo cada día. Supongo que eso ya llegará.

Los martes, miércoles y jueves:

Tiene en casa clases de estimulación coginitiva de 12.30 a 13.30h

Durante ese rato puedo hacer la comida con calma, tomarme un pequeño respiro, lavarle su ropa sin que se entere, o pedir horas para médicos, recetas, peluquería, o cualquier cosa que tengamos que hacer.

De 13.30 a 14 comemos.

A las 15 horas le doy la segunda toma de medicación.

Y luego viene la siesta.

Tarde

Tras una siesta corta, empieza la tarde y todo cambia. Aumenta su confusión, nervios y angustia.

Las tardes se las puede pasar dando vueltas, buscando a mi padre, haciendo llamadas a familiares y amigos con ideas falsas en la cabeza, preparando maletas, no reconociendo su hogar, o sentada en su sillón viendo la televisión a gusto, o .distrayándose con alguna actividad como doblar ropa. Todo depende de como tenga el día.

Si durante la tarde le apetece ir a dar un paseo o a tomar una infusión, lo hacemos. Si no, nos quedamos en casa. No hay más opciones. Pocas veces quiere salir al exterior cuando el sol baja. Como el resto, sufre de lo que se conoce como 'sun down effect' (el efecto de la caída del sol). Y prefiere estar resguardada en el interior. La disminución de la luz natural, les deprime, confunde y atemoriza.

Las tardes por lo común son para pasarlas en casa e intentar que estén lo más tranquilos posibles.

Los lunes y miércoles viene una sobrina mía para pasar la tarde en casa con nostros y quedarse a cenar.
Los martes sale pronto del colegio y viene a comer. Mi sobrina ha pasado tantos años viniendo por las tardes a casa de mis padres, que el que esté ahí, a mi madre supone algo natural, normal y casi esperado.

Los martes, miércoles y jueves viene una hermana de las 16 a las 20 horas a quitarme un poco de peso de encima. Mientras, yo aprovecho a escribir estas entradas, a desconectar de la realidad del Alzheimer, a hacer recados que no puedo hacer con mi madre, y a descansar mentalmente.

Cuando nos aproximamos a la hora de cenar su nivel de actividad está bajo. Habitualmente no tiene ni episodios ni confusiones a esas horas. Habla poco y está cansada.

Entre las 20:30 y las 21 horas cenamos.

Noche

Tras la cena, le doy la última medicación del día. Enciendo luces suaves e indirectas para que se vaya relajando. Pongo algo entretenido y fácil de seguir en la televisión que le ayude a adormilarse. Y a las 22 horas como muy tarde, ya tiene sueño y se mete en el cama.