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Esos ojos

martes, 26 de enero de 2010 Leave a Comment


Por sus ojos veo la progresión de su enfermedad. Por sus ojos percibo el como nos va dejando muy poco a poco. Por sus ojos puedes conocer y entender muchas cosas.

Desde hace unos días han adoptado ese aspecto vidrioso, semi perdido e inconsciente. Cuando te habla comienza ya a no mirarte a los ojos. A esquivar tu mirada. A vagar por su entorno pensando en Dios sabe qué, o intentando reconocer el tiempo y el espacio. Ya no tiene empatía. No sufre por los demás. No se preocupa. Su inteligencia emocional parece haber desaparecido. Sus coherencias rozan las incoherencia y viceversa. Su mundo interno está en su clímax de ponerse al revés.

Si hace unos días aún podía tener esas conversaciones normales con ella de una o dos horas en las que era consciente de su enfermedad y de que no era capaz de controlar ciertas acciones o pensamientos, ahora ya ni se lo cuestiona, ni llora por eso.

Como yo digo, antes sufría por la enfermedad y ahora es la enfermedad la que le hace sufrir. Puede sonar parecido pero, desde mi punto de vista, son mundos aparte. El enfermo que sufre por estar enfermo, y el enfermo al que la enfermedad le hace sufrir. Consciencia en el primer caso. Falta de razón en el segundo.

Escribir entradas de tipo personal a diario se me hace difícil aunque sé que son las que más gustan. Vivo en eternos símbolos del infinito que se repiten día sí, día también. Las mil preguntas. Las mil obsesiones. Los mil ciclos de la jornada. La misma angustia. Y el mismo estrés y cansancio para ella y para mí. Es una montaña rusa de la que has escogido por tí mismo no bajar.

No quiero aborreceros con más de lo mismo. Pretendo ir arrojando historias nuevas y frescas con las que podáis sentiros reflejados y menos solos. ¿Si cada día pongo lo mismo, o hablo de lo mismo, de qué sirve este blog?

Esos ojos ya no son lo que eran. La mirada la veo cada vez más difuminada, apagada. Como si la consciencia se fuera retrayendo lentamente hacia dentro.

Y aún viendo esto creo que me falta saber aprovechar más el tiempo que me pueda quedar con ella antes de que la pierda. Todavía me queda algo por decirle, sólo una cosa, antes de aceptar por completo que he perdido a mis padres en menos de dos años.

Soy incapaz de decir las palabras 'te quiero'. A mi padre se las dije al oido cuando al morir le cerré los ojos. Nunca antes las había oído salir de mi labios. A mi madre todavía no se las he dicho. Espero hacerlo antes de que se olvide de quién soy.