, , , ,

Sentimientos

viernes, 30 de octubre de 2009 Leave a Comment


Cuando a alguien que quieres y que tienes cerca le detectan Alzheimer, un nuevo abánico de múltiples sentimientos se abre y extiende dentro de tí. Las malas nuevas nunca son agradables. Y más, si están relacionadas con la salud de esa persona que estimas. Aunque resulte duro, e imposible de asumir desde un principio, permíteme que te aconseje, que lo realmente importante aquí, antes de partir desde este maldito kilómetro cero, es el conseguir mantener la sangre fría y fuerza mental necesarias para coger el toro por los cuernos, afrontar la stuación dando la cara y ofreciendo el pecho, y aceptar lo que os espera lo antes posible. Por tu bien. Y por el bien de la persona a la cual te vas a encargar de cuidar.

Los que estamos de cuidadores, hemos tenido que arrinconar cualquier emoción y/o pensamiento desolador, para darle imperativo y total protagonismo al ser prácticos, previsores, resolutivos y organizativos. De no haberlo hecho, acabaríamos consumidos en una profunda depresión. Y en lugar de una ayuda, nos convertiríamos en un obstáculo en la vida de esa persona. No puedes permitirte el lujo de dejarte llevar por los momentos de bajón o desesperación, por mucho que a veces te estiren. Ante todo has de recordar que un ser humano depende de tí y de tu estabilidad, y que tú eres su pilar más importante y el máximo vínculo con esta realidad. Mas sé consciente de que, aún siendo todo lo positivo que te consideres, tendrás estados de padecimiento en los que ciertos días se te harán cuesta arriba y creerás que no puedes más; algo absolutamente normal. No somos supermán. No te sientas culpable por que te rompas de tanto en cuanto. Estate preparado a que pueda producirse. Mantente alerta. Y no dejes que el tren se descarrile antes de hacer sonar la alarma. 

'Para amortiguar los golpes, yo te recomiendo, por si no lo has hecho ya, que busques algún tipo de ayuda que te facilite el descargarte parte del peso. No lo quieras hacer todo tú. No estás solo/a. Hay grandes grupos, asociaciones, profesionales, y gente corriente, dispuesta a tenderte una mano.'

Retomando el hilo con el inicio de esta entrada, quiero también decir, que cada uno de nosotros reacciona de manera muy distinta ante esa fatídica notícia. No somos profesionales. Nadie está preparado para encarar algo así. Ni los mismo doctores lo estarían, de tener que tratar personalmente a un familiar aquejado de dicho mal. Las enfermedades no vienen con manuales, ni esquemas perfectos con los que cotejar lo que vamos a vivir y sentir. Sabemos como se van a desarrollar, pero no debemos dar por hecho que cada enfermo se comportará igual y deteriorará al mismo ritmo. Cada uno de nosotros procesa el diagnóstico de diferente manera, según su nivel personal de aguante psicológico y emocional. Y es completamente lícito, natural y aceptable, cualquier reacción que tengamos ante ésta de entrada.

'Es un shock. Por encima de todo, es un shock. Un sentimiento de pérdida, fusionado con otro de desconocimiento.'

Hay gente que le supera la responsabilidad y no se ven capacitados para desempeñar ese papel. Otros reniegan por egoísmo. Y hay unos pocos, pero suficientes, que aún sin haber aprendido, se lo toman como un reto, se arremangan sin pensárselo dos veces, y se sientan en la barca junto a su madre, padre, hermano, hermana, tío, tía, primo, prima, marido, esposa, hombre, mujer, o lo que sea en relación con aquel, para ayudarles a remar. O como mínimo, para hacerles la travesía más llevadera.

Ambas posturas hay que respetarlas.

Yo he escogido la vía de estar junto a mi madre, y de remar con ella. Almenos durante esta etapa de transición. Y seguramente, hasta que esté en un punto tal, que requiera de una asistencia más profesional, que la que yo le pueda ofrecer. Pero lo que tengo muy claro, es que no voy a aparcarla como a un mueble viejo y olvidarme de ella, como tantos hacen con los suyos.

'Rabia, preocupación, impotencia, fustración, miedo, dudas, angustia e impaciencia, son algunos de esos sentimientos que entran en juego cuando las cartas son puestas boca arriba. También el duelo anticipado.'

En mi caso sentí alivio. No es que no me afectara emocionalmente el descubrir el final que le aguardaba a mi madre. Pero después de un año, preocupado, sin poder determinar exactamente lo que a ésta le estaba sucediendo, conocer que ella sufría de algo diagnosticable, fue reconfortante en cierto modo. La información es poder. Y saber el camino que su vida va a tomar, me otorga una cierta tranquilidad, y me presenta la posibilidad de hacer algo por mejorar su calidad de vida. Y de la nueva relación que uno establece, el ofrecerles un buen resto de existencia, es la base fundamental sobre la que erigir los pilares de la confianza, la aceptación, y su seguridad. 

'Me parece imprescindible el fluir permanentemente con la situación; el nadar a favor de la corriente y el viento sin perder de vista la orilla. Cuanto menos nadas contra éstos, más ganas.'

A mi madre nunca la veré como a una planta, por mucho que deje de comunicarse con el mundo exterior. Y cuando no logre comunicarme con ella verbalmente. Lo seguiré haciendo a través del lenguaje universal de los sentimientos. Un beso, una caricia, o un abrazo, calan más hondo que unas palabrás cálidas o mil frases bonitas.

Jamás lo olvides.